Oh resplandeciente trigal,
que al viento torpe te agitas,
con la elegancia del rosal.
Esperas al ardiente calor,
cual valiente enamorada
espera a su ardiente amor.
¿Y para qué, con qué porqué?
Con el fin de ser un día recogido,
triturado, vapuleado y machacado,
para que tu trigo en pan haya sido.
Para ser un día tus rizos besados,
acariciados, loados y protegidos,
junto a tu amor soñado.
Juan José Fernández Doctor
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